Sobre La Última Frontera, de William Aparicio un texto de Sebastián Bejarano

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Sobre La Última Frontera, de William Aparicio un texto de Sebastián Bejarano

William Aparicio

William Aparicio

Nuestro trabajo era así: en la barca llevábamos una escalera; uno la sostenía,
otro subía y otro le daba a los remos hasta llegar debajo de la Luna.
Ítalo Calvino

PRESENTACIÓN

Si bien la idea del “universo en expansión” le pertenece al matemático, físico y astrónomo holandés Willen de Sitter, el astrónomo colombiano Fernando Camacho es conocido como uno de los precursores de la “Nueva Teoría Sublunar”, que busca, según palabras del profesor Camacho, “redimensionar la antigua creencia de una división entre el mundo limpio y ordenado que se mantiene encima de la Luna y el mundo caótico y desordenado que sucede debajo, actualizarla con nuevas fantasías y sostenerla como parte de nuestra historia”.
Por otro lado, el profesor Camacho ha dedicado gran parte de su vida al estudio de las interpretaciones literarias y ficcionales de las teorías y descubrimientos de la historia de la ciencia. La interpretación geográfica de Gastón Loeb es un buen ejemplo de ello.
Así mismo, el profesor Camacho, nacido en El Guamo (Tolima, Colombia), sostiene una extensa y desconocida investigación sobre los universos potenciales y los campos temporales intervacíos.
En esta ocasión, Sebastián Bejarano entrevista al profesor Fernando Camacho (invitado especial por la Galería sb-) para expandir la discusión sobre el trabajo artístico de William Aparicio “La Última Frontera”, quien ha foto-escaneado la Luna por medio de diferentes plataformas y aplicaciones de Google. A diferencia del profesor Camacho, quien ha estudiado la Luna con fines científicos, William la escaneó con propósitos artísticos.

Entrevista no. 0

S.B.: Profesor, ¿dónde nació usted?

F.C.: En la Tierra, a 149.600.000 km. del Sol.

S.B.: Entonces, ¿por qué escanear la Luna?

F.C.: Escanear no solo preserva el tiempo, lo recorre. Y para mí, la Luna describe el tiempo de una manera muy particular: desde la noche.

S.B.: ¿Puede contarnos un poco más sobre el tiempo en la Luna?

F.C.: Solo puedo decir que allá arriba, en la Luna, la noche es eterna.

S.B.: ¿Por qué le interesa recorrer el tiempo? ¿acaso no lo está haciendo ahora?

F.C.: Sí, todos lo hacemos, sin embargo no todos detenemos el transcurrir del tiempo para luego recorrerlo. Una fotografía por ejemplo, detiene el tiempo, lo preserva. Pero un escaneo no solo detiene su recorrido, lo que realmente sucede allí es que retiene el recorrido de un espacio, la luz se dilata y captura lo que pasa entre un punto “A” a un punto “B” en determinado lapso de tiempo. Si miramos las lunas escaneadas por William veremos que, en algunas, el tiempo pasa a gran velocidad. Las franjas blancas son la luz del Sol y las negras su sombra, y las esferas (los astros) solo se completan cuando el recorrido en el tiempo es mucho más veloz que el recorrido en el espacio.

S.B.: Me preguntaba si lo que realmente le interesa en el trabajo de William Aparicio es el espacio (en toda su dimensión) detenido en el transcurso del tiempo… o es el tiempo detenido en un determinado espacio.

F.C.: Ambas, definitivamente. Aunque debo aclarar que no nos interesa, tanto a William como a mí, el uso una cámara fotográfica para capturar ese espacio, nos interesa usar una cámara que recorra el espacio, es decir, que vincule activamente al tiempo en la captura de un espacio. El escáner permite dicho proceso y nos da acceso para iluminar todo el inmóvil mundo del intertiempo.

***

S.B.: Profesor, ya que estamos hablando de los instrumentos y máquinas de captura, entiendo que usted usa un escáner especialmente calibrado para la Luna, ¿no es así?

F.C.: Así es.

S.B.: Si fuéramos entonces a escanear la Tierra desde la Luna, ¿podríamos usar su mismo escáner?

F.C.: No, definitivamente no. El escáner que yo uso está configurado para poder representar con claridad el movimiento del color gris. La Luna contiene todos los grises, pero la Tierra, en cambio, requiere de un sensor capaz de identificar el comportamiento de cada color. La Tierra tiene colores, eso es obvio, pero la vida misma es quien está sometida al color y sucede atrapada en él.

S.B.: Por eso la Tierra es el Planeta azul.

F.C.: Aparentemente azul. La Tierra es un planeta bastante curioso, es uno de los pocos planetas que tiene varios cielos: azul, negro, rojo… En cambio, en la Luna, el cielo siempre está estrellado, siempre es uno solo. Además, considero que la Tierra es un planeta blanco, cada vez más nublado, o contaminado.

S.B.: Volviendo al tema del tiempo, y entendiendo su especial interés por representar el paso del tiempo en la Luna, ¿qué piensa sobre las fases de la Luna?

F.C.: Pienso que es una extraordinaria división creada por la humanidad que permite, entre muchas más cosas, entender el comportamiento del mar. Pero, cuando pienso en la Luna, pocas veces pienso en sus fases, pienso por ejemplo en el color gris.

Y cuando pienso en la Tierra a veces imagino cómo se vería desde la Luna, y es ahí cuando me pregunto ¿cómo medir el tiempo con la Tierra? Mire al cielo desde la Luna y divida a la Tierra como se divide a la Luna. La Tierra Nueva, Tierra Creciente, Tierra Menguante… Y por último, al final, en la cumbre del tiempo terrestre, aparecería la mayor imagen poética que tiene la Luna: La Tierra Llena.

***

S.B.: ¿Puedo preguntarle acerca de su opinión sobre el futuro?

F.C.: Algo así como: “profundizando sobre el tiempo, ¿Qué opina usted sobre el futuro de la Luna?”

S.B.: Sí, exactamente.

F.C.: Podría responder de muchas maneras, desde muchos puntos de vista… Por ejemplo, una de mis posibles respuestas estaría relacionada con las fantasías de colonización y apropiación de la Luna, y en este caso diría que el logro máximo de la humanidad sería conquistar la Luna, no Marte ni Saturno, solo la Luna.

S.B.: ¿Por qué solo la Luna?

F.C.: Porque es un lugar que cumple con todas nuestras expectativas sociales. A veces pienso que nos equivocamos de planeta, pues la Luna claramente es el lugar ideal para nosotros… un planeta gris, con vida regulada, sin aire… Además, la Luna es un lugar con el cual no paramos de soñar, cultura tras cultura, como un ideal romántico.

Por otro lado, también pienso que, si surgiera la opción de trasladarnos a la Luna, tendríamos que dejar de pensar como si en realidad fuéramos a otra “Tierra”, tendríamos la oportunidad magnífica de pensar y actuar según el entorno, en lo “natural” del lugar y en cómo entablar una especie de “diálogo perpetuo”. En ese caso, lo “natural” sería lo gris, y tal vez sembrar un árbol sería la mejor manera de acabar con el entorno natural de la Luna.

Sin embargo, la verdad es que el futuro de la Luna reside en la explotación de Helio 3 entre otros elementos, pues en la Luna está una poderosa fuente de energía nuclear.

Pero nada de lo que he dicho sería mi respuesta más acertada a su pregunta sobre el futuro, me gusta más pensar o imaginar un futuro donde dejamos a la Luna en paz, y más bien nos dedicamos a crear una “Luna” (Tierra) mejor para nuestra Luna.

S.B.: Profesor, me quedé pensando en la idea “diálogo perpetuo”, ¿podría extenderse un poco más sobre este tema?

F.C.: Se trata de utilizar fuerzas que generen otras fuerzas iguales a las iniciales. Hablo de la oportunidad de encontrar lo perpetuo. La vida eterna, si se quiere, pero la vida eterna de la energía y las fuerzas. Esta idea no es desconocida, solo que aquí, en la Tierra, estas energías no son las que hacen funcionar nuestro mundo humano. Pienso en la gravedad misma, cómo aprovechar la caída de las cosas para producir su posterior subida, que se puedan levantar con su misma fuerza de caída.

Pienso en el péndulo y me pregunto, ¿cómo funcionaría un péndulo con la gravedad de la Luna? ¿Cómo transcurriría el tiempo de los relojes? Las cosas caen, así haya poca gravedad, y levantarlas consume una fuerza nueva, una fuerza-esfuerzo, y la energía de la caída la perdemos o la transformamos en algo distinto. ¿Cómo funcionaría un mundo donde la energía de caída no se pierde ni se transforma? No hay manera de saberlo con certeza, tendríamos que usar la literatura como un modelo de experimento mental, por ejemplo, la ficción… El péndulo ha sido una fuente casi interminable de energía temporal.

Si esta teoría se aplicara a todo esfuerzo, en el que cada acto retorna con su “opuesto”, ¿cómo funcionaría el acto de una conversación, de un diálogo? Una triste redundancia, sin duda, pero perpetua.

S.B.: En otra ocasión usted habló sobre las “tristes redundancias” y dijo que son un motor que le ha dado cuerda al mundo desde siempre. Si llenamos, por decirlo de alguna manera, y “manufacturamos” la Luna, nos quedaríamos sin esa imaginación inútil que ha perdurado entre nosotros gracias a las opciones desconocidas que nos brinda una Luna vacía e inhabitada, ¿no es así?

F.C.: Exacto, pero también perderíamos el entendimiento de una cantidad enorme de poesía y de sueños del pasado, todos desmentidos y acumulados en algún archivo inútil que nadie consulta.

Todas las fotografías:  William Aparicio, «La Última Frontera», 2010

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