«Infinito Artificial» de Fernando Maselli
02/06/2015DIFFÉRANCE | arte _ sonoro _ méxico; Inauguración 9 de junio, 2015. 19h
08/06/2015“La estricta recompensa”, Texto de Rocío Cárdenas Pacheco sobre la exposición de Eduardo Jiménez y curada por Irving Domínguez
La estricta recompensa es el nombre que llevó la exposición individual de Eduardo Jiménez curada por Irving Domínguez en la ciudad de Monterrey. Esta muestra fotográfica se realizó en la Casa de la Cultura de Nuevo León (febrero – mayo 2015).
La importancia de este trabajo visual se puede ubicar desde aspectos como el arte, la política y la economía a partir de fenómenos complejos que deben estudiarse mas allá del velo de la filantropía con la que empresarios patrocinadores de la cultura en Monterrey suelen cubrir sus formas de operación y manejo de personal dentro de sus empresas.
La ciudad de Monterrey es un espacio financiero y de operatividad ante la frontera con Estados Unidos; representación de un contexto emblemático de los procesos de globalización debido a la instalación de numerosas plantas ensambladoras conocidas como maquiladoras desde finales de los setenta. Este hecho propicio la masiva contratación de trabajadores (as) y una lenta conformación de un proletariado completamente invisibilizado, sometido a tiempos laborales extenuantes y procesos de transnacionalización productiva.
En la exposición presentada por Jiménez se pretende discurrir sobre la convergencia de las maquiladoras, los comedores como prestación y la precarización de la vida y del salario de los empleados. Relaciones complejas que lograron ser capturadas por la lente de este artista. Bajo diferentes estrategias curatoriales que involucraron no solo la exhibición de las fotografías, sino su manipulación para extender su lenguaje. En esta muestra se podían apreciar videos de las líneas de trabajo tanto de los empleados que atienden los comedores, como de las tiras sin fin, en las cuales los empleados colocan sus charoles con los platos, vasos y cubiertos utilizados para comer. Además se ampliaron imágenes de comedores a tamaño real, con la clara intención de que el espectador se sintiera parte de ese ambiente cotidiano para miles de trabajadores.
Durante la charla inaugural tanto el curador como el artista hablaron de los antecedentes a “La Estricta recompensa” y de cómo fue que llegaron a la selección de 28 fotografías de formato mediano, tres videos que ofrecen un mapeo de los comedores industriales.
Siguiendo las palabras de Irving Domínguez esta exposición cuenta con algunos antecedentes a los que se le puede relacionar como el proyecto “Nuevo Necaxa” de Oscar Farfán. Integrada en primer lugar por una videoinstalación documental en directo desde un pueblo de trabajadores electricistas, (en el marco de la paulatina reprivatización del sector y de una abierta violación a la Constitución, la Ley Federal del Trabajo y los derechos humanos más básicos.). Otro proyecto que puede ser considerado como antecedente al trabajo de Eduardo Jiménez es la serie Los Jalesde Ray Govea, sobre el paisaje contaminado por la actividad minera, y el desordenado crecimiento urbano, en el municipio de Pachuca de Soto, Hidalgo.
En el caso de “La estricta recompensa” el análisis y la comparación entre espacios diseñados como comedores industriales avivan y replantean la relación de esas personas (trabajadores) no solo con la comida, sino con su entorno cotidiano, mediante un encuentro-recuento de la zona de penumbra bajo la cual su presencia es completamente irrelevante en la cadena productiva. Siempre en espera de ser remplazados por alguien nuevo o más joven que este dispuesto a soportar las condiciones laborales bajo horarios rotativos, sueldos mínimos teniendo como una estricta recompensa los alimentos.
Mirando brevemente al pasado de la fotografía en Monterrey me parece conveniente tomar en cuenta que el arte contemporáneo, desde finales de la década de los ochenta en la ciudad, se ha enfocado a sostener una narrativa empresarial, desde la cual cualquier mirada a los adentros de las fabricas y de sus políticas queda completamente nulificada. Relato industrial que vino a sustituir como imposición la escaza historiografía sobre el arte ligada en un primer momento a los primeros mecenas regiomontanos. Personajes que nunca en su vida se hubieran imaginado que un obrero, un empleado o cualquier personaje que estuviera fuera de la escala de valores representados a través de la verticalidad de su poder hegemónico, pudiera tener cabida en un espacio cultural como un museo, una galería o en este caso la Casa de la Cultura.
La tradición fotográfica en la entidad es por demás interesante y rica en referencias a la vida obrera y de los trabajadores. Recordando brevemente el trabajo de Aristeo Jiménez en sus primeros años como aprendiz de fotografía en el documental “Tierra y libertad” del año 1978 y en sus posteriores incursiones en la soledad urbana de personajes marginados. Por otra parte la labor de Erick Estrada Bellman (recientemente fallecido) también fue destacada en un momento de su vida (finales de los ochenta) al realizar recorridos en los interiores de la Fundidora de Monterrey acompañando a sus trabajadores durante sus huelgas o retratando aspectos de su trabajo cotidiano. Eduardo Jiménez no esta ligado abiertamente al foto reportaje como los dos casos anteriores sino a la búsqueda del momento oportuno fotografiando estos comedores de manera ilícita. Siendo un espectador incógnito nos da cuenta de la frialdad de estos lugares; muy similares a los espacios de comida rápida.
La primera cámara de cine (dirigida por los hermanos Lumiere) enfocó la salida de una fabrica, cien años más tarde podemos decir que los obreros y su representación ha cambiado dramáticamente. Distinguiéndose desde miradas más recientes, como la de Eduardo Jiménez, enfocada a elementos de homogenización espacial que difícilmente nos permitirían distinguir un comedor de otro. Todos estos lugares son prácticamente iguales partiendo del supuesto, que las personas que ingieren sus alimentos en estos espacios cada día, también lo son. Personas prescindibles en la larga cadena de producción ante la cual el capitalismo homogeniza cualquier capacidad de elección. Para Eduardo Jiménez esta exposición no es sólo una parte de un proyecto apoyado por el PECDA[1], sino una inquietud personal. Citando textualmente sus palabras: “soy ingeniero industrial y para mí es importante que la gente conozca del modelo de trabajo que tiene una gran importancia en la economía nacional, que es el modelo de las maquiladores.” Para Eduardo fue trascendental cuestionar el modelo alimenticio sostenido por estos comedores desde la década de los setenta. Lugares escépticos, solitarios, en espera de los siguientes comensales que trabajaran doble jornada laboral.
[1] El Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) apoyo otorgado por el CONARTE Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León.