Taxinomia ex Fabula – Centro Cultural Border  – Carlos Aranda Márquez, Javier Arango Garfias, Ferrous, Cynthia Grandini, Andrés Jurado, Matus μIXXXXIIX, Javier Santos “Smek”; Curaduría: Julio García Murillo – del 12 de mayo al 3 de junio de 2011 – México D.F.

Todos los animales son iguales, pero hay animales más iguales que otros

Burro Benjamín en La rebelión de la granja de George Orwell

Las fábulas se resisten a ser tachadas por la verdad o la mentira. Su constitución alude al simulacro, a una ficción temporal, a una puesta en escena o a una virtualidad fantasmal que ocupa y se apodera de los objetos y de los acontecimientos cotidianos. Al interior de éstos se disponen y clasifican esquemáticamente las posturas y las voces de quienes las producen, consumen u ocultan. La fábula, por pedagógica, es disciplinar: introduce la voz de otro como si fuera propia.

Taxinomia ex Fabula se agazapa ante un pequeño borde de este problema de enunciaciones fabulosas: el entrecruce de dos fábulas que, posiblemente, yuxtaponen lo mismo, y esto es, que generan el animal como tema, motivo, proceso, objeto o acontecimiento en el campo del arte. Bajo esta frágil asociación, se sitúa irremediablemente un animal erguido al interior de la galería, un cuerpo violentado al que se le escamotea lo errante y al que silenciosamente se le ordenan una serie de miradas y posturas. De modo que la fábula, que parecería ser un tema cualquiera, se instalaría como una condición de la producción y exhibición del arte. 

Bajo este delicado relato de lo animal en el arte (o como arte) aquí se genera una constelación de procesos que aluden a mandíbulas asesinas, clasificaciones desplazantes, investiduras populares, policiacas e ilegales, procesos en los que el signo se apodera del cuerpo, flujos de crítica y destrucción urbana, puesta en escena de masacre, ilegalidad y falsos positivos. De alguna u otra manera, redes de acontecimientos que constituyen múltiples campos de la mera vida actual.

Animales que miran animales dominados por voces de otros. Animales que recorren espacios bien estructurados y clasificados. Animales ornamentados por procesos violentos de civilización. Animales cuyo cuerpo ya no padece otra condición sino la de la domesticación, el matadero o la engorda. Este no es sino un ensayo que pretende invocar una crítica de los animales como aquellos sin voz que, si bien iguales, algunos los hay más distintos que otros y algunos se pronuncian diferentes que otros.

Julio García Murillo en colaboración con El Mal Salvaje

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