A BAO A QU: Un Edificio, Un Archivo de Arte. Inauguración 1 / febrero / 2020, CDMX

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03/01/2020
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A BAO A QU: Un Edificio, Un Archivo de Arte. Inauguración 1 / febrero / 2020, CDMX

Inauguración: 
Sábado 1 de febrero de 2020
12:00 hrs / entrada libre

Permanencia:
01, 02, 08 y 09 de febrero, 2020
Horarios de 11:00 a 17:00 hrs.

Dirección:
Chicontepec 70, Hipódromo Condesa CDMX
PIN en Google Maps AQUÍ

Informes:
colectivoarchipielago@gmail.com

ARCHIPIÉLAGO 11: UN EDIFICIO, UN ARCHIVO DE ARTE

Luis Rius Caso

El sueño se repitió varias veces y en cada ocasión era un artista diferente el que habitaba el edificio. Advertía:  ya no es la que se parece a Teresa Cito, ya no es la que me recuerda a Georgina Quintana, ya no es Jorge Ismael –pelirrojo en mi sueño—, ya no es…quien en mi sueño recuerdo haber visto o soñado. Pero se repetían una escalera circular, el sonido del agua de una fuente, un cierto resplandor azul en los contornos de los artistas y los objetos, un piso de grecas en blanco y negro y las entrañas visibles del edificio, inacabado y a la vez viejo. Recuerdo que en cada “evento onírico” me acostumbré a encontrar a alguien nuevo y que la sensación de estabilidad me la proporcionaban los elementos que se repiten, los cuales me afanaba en encontrar, antes que nada.

Yo no sé quién o qué era yo, pero recuerdo haber visto esos resplandores con una mirada más aguda de lo normal, y también que era capaz de volar o de flotar con suavidad. Podía, asimismo, observar la escalera circular desde abajo y advertir que daba forma a un caracol perfecto, a un Nautilius.

Al comentar este sueño recurrente y cambiante a algunos de los artistas, les gustó. Se dio además la magnífica casualidad de que Jorge Ismael Rodríguez tuviera la gentileza de ofrecer al proyecto y al grupo el edificio de Chicontepec. Muy sorprendido por todo, me di a la tarea de buscar, con la conciencia despierta, algún texto que empalmara las dimensiones soñadas y vividas. Fue así que los recuerdos me llevaron al relato el A Bao A Qu, de Jorge Luis Borges, publicado en su Libro de los seres imaginarios. Es un privilegio compartirlo con artistas tan talentosos, y comprobar con ellos que la vida es como un sueño.

 

A BAO A QU

Para contemplar el paisaje más maravilloso del mundo, hay que llegar al último piso de la Torre de la Victoria, en Chitor. Hay ahí una terraza circular que permite dominar todo el horizonte. Una escalera de caracol lleva a la terraza, pero sólo se atreven a subir los no creyentes de la fábula, que dice así: «En la escalera de la Torre de la Victoria, habita desde el principio del tiempo el A Bao A Qu, sensible a los valores de las almas humanas. Vive en estado letárgico, en el primer escalón, y sólo goza de vida consciente cuando alguien sube la escalera. La vibración de la persona que se acerca le infunde vida, y una luz interior se insinúa en él. Al mismo tiempo, su cuerpo y su piel casi translúcida empiezan a moverse. Cuando alguien asciende la escalera, el A Bao A Qu se coloca casi en los talones del visitante y sube prendiéndose del borde de los escalones curvos y gastados por los pies de generaciones de peregrinos. En cada escalón se intensifica su color. Su forma se perfecciona y la luz que irradia es cada vez más brillante. Testimonio de su sensibilidad es el hecho que él sólo logra su forma perfecta en el último escalón, cuando el que sube es un ser evolucionado espiritualmente. De no ser así, el A Bao A Qu queda como paralizado antes de llegar, su cuerpo incompleto, su color indefinido y la luz vacilante. El A Bao A Qu sufre cuando no puede formarse totalmente y su queja es un rumor apenas perceptible, semejante al roce de la seda. Pero cuando el hombre o la mujer que lo reviven están llenos de pureza, el A Bao A Qu puede llegar al último escalón, ya completamente formado e irradiando una viva luz azul. Su vuelta a la vida es muy breve, pues al bajar el peregrino, el A Bao A Qu rueda y cae hasta el escalón inicial, donde ya apagado y semejante a una lámina de contornos vagos, espera al próximo visitante. Sólo es posible verlo bien cuando llega a la mitad de la escalera, donde las prolongaciones de su cuerpo, que a manera de bracitos lo ayudan a subir, se definen con claridad. Hay quien dice que mira con todo el cuerpo y que al tacto recuerda la piel del durazno.» En el curso de los siglos, el A Bao A Qu ha llegado una sola vez a la perfección. El capitán Burton registra la leyenda del A Bao A Qu en una de las notas de su versión de las Mil y Una Noches.

 

Equipo CirculoA
Equipo CirculoA
Equipo editorial y de investigación de CÍRCULO A Información de Arte Contemporáneo en Iberoamérica

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