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16/10/2013CCEMx: Discutiendo la violencia contemporánea, taller impartido por el Dr. Guillermo Pereyra
17/10/2013ALGO FLOTA SOBRE EL AIRE, texto de Iván Farías sobre la obra de Ricardo Velazko
Algo flota sobre el aire
Por Iván Farías
Los seres humanos hemos querido sistematizar la realidad y hasta aplicarle reglas: Dos cuerpos no pueden ocupar un mismo espacio, la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma, o llega a un grado de entropía cero, dicen los físicos más acuciosos. Esas reglas reducen las posibilidades de acción a una especie de juego de mesa donde todas las actividades humanas y naturales están regidas por cronometro y dados. Sin embargo, y esto es con relativa facilidad, el tablero del juego físico, químico y lógico da un salto y tiras las fichas de la mesa.
En la jerga religiosa les llaman milagros, algunos otros, singularidades, sincronicidades, excepciones o simples fraudes. Ya las hermanas Fox habían llevado a creer en espíritus a la victoriana sociedad inglesa de principios del siglo XX. Cuando los supuestos golpes fantasmales eran producidos por una maderita dentro de su zapato. O unas niñas engatusando al mismo Arthur Conan Doyle, papá de Sherlock Holmes, con fotografías trucadas donde jugaban con hadas en el bosque. La gente, es decir, todos, deseamos creer que las reglas pueden ser invertidas, rotas, saltadas y dar paso a la excepción.
Por eso, la belleza de ver un objeto flotando sobre nuestras cabezas va más allá de la lógica plausible. Un ovni girando sobre su propio eje, emitiendo ligeras luces, enmarcado de nubes tiene una belleza estética que bien pude llevarnos a la catatonia. El mismo efecto produce el carro de fuego bíblico, que los videos en súper ocho de Billy Meier.
La obra de Ricardo Velazko “Todo lo sólido flota en el aire” es atrayente, no sólo a primera vista, por lo anterior; sino se incrementa, cuando la imagen se queda en la cabeza para posteriormente hacernos regresar a ella. Nos hace pensar como ese momento de tranquilidad doméstica es rota por la intromisión de lo extraño. Cómo un tenedor, un sombrero, unas gafas pueden dejar su cotidianeidad y volverse objetos “extraños”, alejados de nosotros.
Las piezas de Velazko abrevan estéticamente de la ciencia ficción de los cincuentas. La textura del video recuerda y en mucho, a los primeros testimonios del contacto con seres extraterrestres en la fiebre ovni norteamericana de los sesentas, donde las primeras filmadoras portátiles se volvieron el cayado en el que se apoyaron los fieles ufólogos.
El video como prueba irrefutable de la verdad, el video como instrumento palpable del acontecimiento, el video como el ojo voyerista y testigo de la singularidad. Viendo como una prenda íntima flota por los aires luego de un acto amatorio, o el tenedor en el lavaplatos esperando que venga alguien a romper ese embrujo. La televisión en un canal muerto, como un Moloch miniatura esperando devorarse al dormido espectador.
Después de atestiguar “Todo lo sólido flota en el aire” , es imposible no pensar en la rusa Nina Kulagina, encerrada en un laboratorio soviético obligada a mover objetos detrás de cúpulas de cristal, hasta que caía vencida por el cansancio. O la cocina inundada por cubiertos, en “Poltergeist”.
La presente exposición nos saca del tedio reiterativo y nos lleva a preguntarnos: ¿Y si esas reglas físicas se rompieran y el tiempo no solo no avanzara, sino se detuviera o retrocediera a voluntad? ¿Y si un hombre pudiera flotar, tan ligero como un ave, dejando sus pies a unos centímetros del asfalto? ¿Y si, como el Cristo, pudiéramos caminar sobre el agua? ¿Y si, a voluntad, pudiéramos producir combustiones?
¿Y sí todo lo sólido flota sobre el aire?