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16/05/2017¿Qué tan joven es el “XXXVII Encuentro Nacional de Arte Joven” de Aguascalientes? por Arely Poblano
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La edición XXXVII del Encuentro Nacional de Arte Joven se presenta, como cada año, con una sobre-participación de pintura y con escasa presencia de instalación, video y escultura. El pasado 17 de abril se llevó a cabo la premiación del certamen en la Casa de la Cultura de la ciudad de Aguascalientes. Después del acto protocolario y del recorrido oficial de las autoridades, accedimos a la tan esperada exhibición. “El sueño de la razón produce selfies” se menciona en el texto de sala de la exposición y se puede apreciar que, efectivamente predominan pinturas que muestran representaciones del cuerpo en diversas formas, sobretodo mediante selfies. Algunas de estas son técnicamente afortunadas, como las ganadoras, otras no tanto.
Este año las obras premiadas fueron las pinturas “Intimidad”, de Paulo Estefan Romero Jiménez, y “Siempre me he querido pintar”, de José Emilio González Villanueva, así como un grabado titulado “Reflejos encontrados” de José Ramón Blanco Durán, y un dibujo (Sin título, 2017) de Julio César Alarcón Sierra. Éstas fueron reconocidas por la habilidad técnica que plasman los participantes en sus obras. La selección estuvo a cargo de un jurado compuesto por los maestros Juan Castañeda, Gustavo Monroy y Alberto Castro Leñero, figuras destacadas en el medio artístico.
En esta edición se le dio mayor énfasis a la habilidad dibujística de los participantes, así que una vez más, se aplicaron criterios estéticos tradicionales a obras de arte contemporáneo. En la convocatoria se rechaza, de entrada, cualquier expresión artística de carácter efímero. En esta ciudad, como en el resto de México existen múltiples certámenes que premian pintura, grabado y dibujo, pero son escasos los concursos (aquí no existen) en los que se atienda a esos otros cuyo trabajo no se centra en la producción de pintura, grabado o dibujo, sino que se centra en procesos tanto de producción como de significados. Bajo este panorama, la diversidad de propuestas del arte de jóvenes mexicanos queda sesgado, y se muestra la uniteralidad de las políticas culturales del estado, supuestamente plural. En general la exposición, lejos de mostrar la diversidad de propuestas del arte de jóvenes mexicanos, muestra la repetición de la repetición, una uniformidad extendida, que no hace justicia al panorama del arte joven actual. Quizá aferrarse a unos criterios del pasado para el arte que producen los jóvenes del país no sea lo más adecuado. La popularidad del Encuentro va en decadencia; desde hace al menos una década ha perdido la proyección y prestigio que se había ganado a lo largo del tiempo como una plataforma importante de proyección del arte joven de México.
Como se mencionó al inicio de este texto, la mayoría de las piezas que componen la selección son pinturas o fotografías, le sigue el grabado, y ya en escases se presentan algunas esculturas, instalaciones, medios textiles, videos, etc. La temática tiene que ver con el autorretrato y la representación de diversos escenarios urbanos y naturales. El hiperrealismo se hace presente y las selfies se hacen presentes. Otras cuestiones son si las obras ganadoras presentan un arte crítico o no, o un arte comprometido.
Voy a relatar una anécdota curiosa: en diciembre del 2016, Daniel Montero vino a la UAA (Universidad Autónoma de Aguascalientes) a impartir un curso sobre crítica de arte y se llevó dos grandes sorpresas: 1. Los pintores actuales de la entidad pintan como los de los ochentas; el neomexicanismo rifa en Aguascalientes. 2. El Encuentro Nacional de Arte Joven no estaba muerto (como él creía), sino que seguía llevándose a cabo desde hace 36 años, bajo los mismos parámetros. Además de Montero, hay otras figuras en el medio que se han sorprendido de la sobrevivencia del concurso. Esto refleja la nula o escasa influencia que tiene el certamen en la escena del arte actual a nivel nacional.
Ahora bien, algunas de las cuestiones que salen a relucir y que se tratarán de responder son las siguientes: 1. ¿A qué se debe la falta de participación de expresiones artísticas como la escultura, la instalación y el video, y la sobre-participación de la pintura? 2. ¿Por qué cada año se reciben menos obras? 3. ¿Por qué el público recibe las obras de manera acrítica y pasiva? 4. ¿Por qué museos y galerías de otros estados que recibían la muestra han dejado de hacerlo?
Las respuestas pueden ser muchas, pero desde mi punto de vista, se relaciona con la falta de sensibilización ante nuevas propuestas en el arte; vamos por orden: las dos primeras preguntas apuntan al desinterés por parte de la comunidad de artistas jóvenes (menores de 30 años de edad) en un certamen caduco. En este caso la habilidad técnica que requieren las bellas artes tienen ventaja. La tercera, sin duda, es una pregunta compleja que requiere un análisis mucho más riguroso, pero un acercamiento superficial indica la falta de diálogo entre artistas, público, críticos e investigadores, y no solamente desde el campo de las artes, sino desde un ambiente multidisciplinario que precisamente propicie la reflexión. Actualmente aquí, eso es una utopía, si bien, cada vez más grupos independientes buscan estos espacios, los burócratas de la cultura (que quisieran dictar como debe ser el arte y como debe hacerse) oponen resistencia. La respuesta a la cuarta, trata también una cuestión muy compleja, sin embargo, puede enunciarse que se debe a que la muestra ya no encaja con los programas curatoriales de museos y galerías de otros estados (como el Carrillo Gil, que alguna vez albergo la muestra).
¿Se trata de un certamen que represente al arte emergente de México? No, desafortunadamente se ha perdido en el pasado. En el texto de sala, se hace referencia a un movimiento pendular respecto a la pérdida del aura de los objetos, pero, ¿quién mueve el péndulo?, un “encuentro de arte joven” que mantiene parámetros pasados y cerrados de recepción (como si el arte fuera estático), termina en una especie de burbuja que se niega a tener contacto con lo que ocurre a su alrededor, y niega e invisibiliza otras expresiones artísticas.
Me parece conveniente recordar los inicios de este concurso, para no perder de vista el objetivo principal con el que fue desarrollado. En 1966, a petición del entonces director de la Casa de la Cultura, Victor Sandoval, se creó el “Concurso Nacional para Estudiantes de Artes Plásticas” que nació con el interés de impulsar las nuevas propuestas artísticas, posteriores a la generación de la Ruptura, que carecían de medios de difusión y exhibición. Posteriormente, en 1981, cambió su nombre a “Encuentro Nacional de Arte Joven”, y marcó esa década por ser uno de los referentes del arte emergente en México. Durante un tiempo más o menos estable se mantuvo como un medio en el que los artistas no reconocidos podían presentar sus diversas propuestas, pero desde los noventas y con los cambios en los paradigmas del arte, el concurso se quedó estancado debido a sus restricciones, y sucedió que algunos artistas crearon obras específicamente para encajar en este encuentro. Ello es preocupante porque los parámetros que se tienen para apoyar a un arte joven, se encuentran en un estado de rancidez.
Para cerrar, quisiera hacer referencia al filoso Arthur C. Danto, que en su obra “Después del fin del arte” (1999), muestra un amplio panorama de consideraciones sobre por qué ya no es posible aplicar las nociones tradicionales de la estética al arte contemporáneo, y propone centrarse en una teoría crítica de arte, menciona: “un mundo pluralista del arte, requiere de una crítica pluralista del arte, lo que significa, una crítica que no dependa de un relato histórico excluyente, y que tome cada obra en sus propios términos, en términos de sus causas, sus significados, sus referencias, y de cómo todo esto está materialmente encarnado y se debe entender.” Considero que es importante que los convocantes se adapten a las diversas dinámicas del campo artístico, de no ser así, se corre el gran riesgo de seguir estancado y morir. Asimismo, es importante comenzar a crear una cultura crítica que favorezca el diálogo y el ejercicio de la ciudadanía, donde las voces que se excluyen puedan ser escuchadas, para difuminar esa niebla en torno al arte actual contemporáneo, en torno a una comunidad de artistas que es cada vez más amplia y que desarrolla su trabajo bajo otras modalidades.
Este Artículo fue publicado en el Blog de Crítica Narciso Mendoza, les agradecemos mucho que nos hayan dejado compartirlo en Círculo A. Les recomendamos su lectura.
Arely Poblano
Nació en Aguascalientes, Ags. Licenciada en Ciencias del Arte y Gestión Cultural por la UAA. Ha participado en varias actividades culturales del Instituto Municipal de la Mujer y de la UAA. Participó como organizadora en la muestra colectiva de cine y video Retransmisión, también curó la exposición Vamos a estar bien. Ganó el Primer Lugar en el Tercer Concurso Nacional de Crítica de Arte organizado por la UAA.