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19/10/2016Gianfranco Foschino: Un cronista del paisaje
Creo que hay una deuda con el territorio. A diferencia de muchas otras culturas o países, no tenemos grandes exponentes artistas-exploradores como si han existido, por ejemplo, en Canadá con The group of seven (1920-1933), que retrataban las grandes montañas, los icebergs y los paisajes extremos de su país, generando una identidad muy fuerte…
En los últimos años, el artista chileno Gianfranco Foschino (1983) ha instalado una marca característica con sus videos, grabados en tiempo real y con cámara fija, que ofrecen una especie de ventana o umbral a un fragmento del paisaje, el cual en un primer acercamiento parece fotografía, pero al poner más atención, se perciben los sutiles movimientos de los entornos naturales que registra.
Estudió cine, pero muy tempranamente inició una investigación más acorde al territorio de las artes visuales. No obstante, él mismo se siente a menudo como un “documentalista” del paisaje; ha explorado diversas zonas del Chile austral, mostrando al público parajes y sistemas naturales que, probablemente, en el futuro se verán modificados o ya no existirán. No hay un afán ambientalista per se en su trabajo, sin embargo los temas que afligen hoy a nuestro medio ambiente, están implícitamente planteados en cada una de sus obras, pues se trata de piezas estéticas, pero también culturales y políticas.
Como escribe Justo Pastor Mellado: “El artista de retracción videográfica solo puede, hoy día, señalar los lugares de peligro, en el reverso del turismo de intereses especiales como política cultural incidente en el desarrollo regional. Ciertamente, lo que aquí se juega es mucho más decisivo; porque es netamente político. Pensar en el Sur Austral como una “pasión”, como sostendría Shakleton, es fijar el destino del uso de la reflexión sobre el agua como un momento crítico sobre los destinos del planeta.”
Conversamos con Gianfranco Foschino, en el marco de su exposición LOCUS, que estará hasta el 16 de octubre en el Museo de Artes Visuales (MAVI). La muestra gira en torno al agua y consta de seis obras videográficas de distintos formatos y dimensiones, producto de una investigación de largo aliento que ha llevado al artista a lugares como Tierra del Fuego y la Antártica. La pieza central es un video-escultura titulado “Ojos de agua”, hecha de concreto, madera y cristal, que proyecta en alta definición un acercamiento a las aguas de deshielo del río Futaleufú, uno de los más torrentosos del mundo.
Foschino habla sobre esta obra: “A diferencia de las video instalaciones, en donde la percepción se gatilla principalmente desde un ejercicio de la mirada, en este caso con las video-esculturas el acercamiento es más físico: ves la obra desde la distancia, luego te puedes acercar, la puedes mirar desde los ángulos y todos esos puntos de vista van enriqueciendo la obra. Generalmente en mis trabajos, la narrativa está dada por la posibilidad de que no exista un orden, un tiempo de lectura. Eso me interesa de las imágenes en loop, que nunca comienzan y nunca terminan. Y esta exposición tiene ese carácter circular”.
Todas escenas protagonizadas por el agua en sus diferentes manifestaciones: cascadas, corrientes de río, mares, icebergs, constituyen este Lugar o Locus. Un lugar de contemplación, quizás muy distante a la experiencia de registro del artista, que pasa por accidentes, cansancio o frío extremo. Diestro deportista y en disposición a sorprenderse en cada nuevo viaje, Foschino se instala días y semanas en lugares remotos para capturar la imagen, el momento y la luz perfectos:
“No tengo una forma de viajar, a veces acampo, otras me quedo en casas residenciales, pero básicamente es un trabajo solitario, yo ando con mi equipo, vagabundeando, siendo guiado muchas veces por la luz, tratando de encontrar distintos puntos para observar. Me parece estimulante la incertidumbre y me siento un poco cronista, lo que es un ejercicio bastante romántico.
Por medio de las nuevas tecnologías puedo traducir el tiempo al interior del paisaje, algo que una pintura, dibujo, fotografía o historia narrada pueden hacer, pero de otra manera. Me interesa esta manera más demostrativa, el aquí y ahora; mi anhelo es trasladar al espectador a las locaciones, a través de esta relación temporal con los lugares”.
Su familia proviene de Punta Arenas, él no ha vivido en el sur, sin embargo siempre vuelve allá, para explorar y perderse, a la manera de los antiguos navegantes que iban en búsqueda del fin del mundo, porque siente que esos afanes escasean en cultura artística chilena:
“Creo que hay una deuda con el territorio. A diferencia de muchas otras culturas o países, no tenemos grandes exponentes artistas-exploradores como si han existido, por ejemplo, en Canadá con The group of seven (1920-1933), que retrataban las grandes montañas, los icebergs y los paisajes extremos de su país, generando una identidad muy fuerte para esos lugares. A nosotros nos hace falta reconocer nuestros territorios; no hay pintores tradicionales antárticos, por ejemplo. Además, se niega a nuestros pueblos originarios y sus conocimientos; si se les extermina, se extermina el conocimiento y no hay como generar una continuidad, sus historias no trascienden, no han sido interpretadas, no hay una valoración y todo eso suma, lamentablemente, para producir un vacío, una falta de identidad que es la crisis que vivimos hoy”.
Su profundo respeto por el territorio y la historia se ve reflejado en lo que Justo Pastor Mellado- curador de la muestra LOCUS- describe como “una cámara retraída, sin ostentación de dominio”. El propio Gianfranco Foschino lo refrenda: “Mi ejercicio es la composición, el cómo compongo a partir de ciertos elementos que son dinámicos y cómo me adelanto al tiempo a través de esta composición. Un fotógrafo o un pintor pueden determinar qué es lo que va a ver y es un poco Dios en ese sentido. En este caso, como los elementos son móviles y todo varía, hay un fuera de campo que es activo, lo que estoy retratando puede irse o pueden aparecer cosas que yo no estoy viendo, pero que están alrededor y que inciden; la brisa, el pájaro que se posó en el agua, la nube, son coincidencias relevantes para el resultado. Asumo un ejercicio dinámico del observador, que va construyendo estas historias, esos pequeños momentos narrativos que aparecen en los paisajes, donde el viento puede ser protagonista, o una gaviota o una corriente, o un pedazo de nube, hay una vida al interior del paisaje y estas piezas son como cuadros abiertos, donde el espectador va nutriendo de significaciones la imagen”.
LOCUS es la tercera muestra individual en Chile de Gianfranco Foschino. A finales de octubre mostrará “La edad de la tierra”, su actual propuesta en la 13° Bienal de Cuenca, que retrata en video las texturas de piel de los distintos animales que habitan en las Islas Galápagos (tortugas e iguanas, entre otros), así como paisajes submarinos de ese archipiélago del Pacífico ecuatoriano. Hace algunos meses presentó dos exposiciones simultáneas, en la galería Metales Pesados y en Ekho Gallery, que recogían la “movilidad inmóvil” de las ciudades. Y el año 2011, exhibió “La escena del crimen”, con la curatoría de Christian Viveros Faué, en la galería González y González. Su obra ha logrado una importante visibilidad internacional; ha expuesto dos veces en la Bienal de Venecia (2011, 2014) y ha estado también en la 9° Bienal de Santa Fé, Nuevo México (2014), el 18°Festival Videobrasil, Sao Paulo (2013), la 10° Bienal de Artes Mediales, Santiago (2012), en el marco del 7°Festival SANFIC.