«BOCETO EN CONSTRUCCIÓN», DE ANDRÉS VALLES, 2013-2014.
15/03/2016«POLVO DOMÉSTICO» DE GIL GIJÓN, 2015.
16/03/2016LO QUE NOS REVELA LA MIRADA. UNA RESEÑA DE ALBERTO CONSTANTE
Siempre podemos creer en lo que queramos. Si somos congruentes con la última obra de Vattimo, sabemos que hemos dicho adiós a la verdad. Nada es verdad tan solo se es veraz. Además de todo, pues si teníamos alguna duda, Nietzsche desde esos veinte mil pies de altura nos había quitado todo sueño metafísico de un más allá, de un dios, pero, sobre todo, acerca de la verdad él señaló que todo no es más que interpretación, perspectiva. Foucault fiel nietzscheano, también nos habló de los a priori históricos, de las epistemes, de las prácticas de la verdad para enfatizar que sólo tenemos verdades que crean juegos de poder, y la verdad es sólo uno de los efecto de la impostura
Todo retrato es pornográfico de Yunuén Díaz, libro con el que ganó el Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos es un asombroso conjunto de ensayos sobre el retrato, de ese que se hace con una camarita, o un dispositivo móvil, de ese que desnuda, oculta, juega, muestra, parcializa, y que se ven entrecruzados por la historia sexual casi hilarante de los bonobos. Un entramado no muy logrado por cierto, pero eso es lo de menos, lo de más es la escritura misma, ágil, atrevida, irrespetuosa y siempre convincente. Una escritura como un rayo de luz, asombrosa, intensa, con un ordenamiento que rompe los cánones de lo estrictamente académico, porque eso sólo es un juego que le permite serenar la intensidad de la palabra.
Los ensayos que se traman en este libro son de una enorme lucidez, agudos, reveladores, pero sobre todo de una impostergable inmersión en eso que se denomina como pornografía, de sus usos, de sus cambios, de lo que ha trastornado a la sociedad, de lo inevitable de la escena teatral del porno, y del postporno.
Pienso que más que una serie de ensayos sobre el retrato, este libro es como una suerte de fenomenología de la mirada. Es decir, es la narración de cómo se construye la subjetividad a partir de la mirada. Ver es como ser. Ver es como construir un mundo subjetivo, interior, ese que se constituye en el núcleo de nuestros deseos y de nuestras fantasías, así como de nuestras represiones y de nuestros miedos. Yunuén escribe desde la mirada y luego ese saber lo traslada a la fotografía como testimonio de un secreto, de nuestro secreto. “Todo secreto es pornográfico, dice. Todo retrato es nudista. Todo retrato intenta mostrar algo oculto, hacer visible aquello que el fotógrafo jala hacia el lente para dejarlo fijo en una imagen. Todo retrato es obsceno, porque intenta mostrar lo que no es obvio, lo que está fuera de la escena, ése es el origen de dicha palabra. Todo retrato nos produce morbo porque creemos que una buena foto nos podrá revelar algo que antes permanecía escondido. Todo retrato es lúbrico porque nos permite intimar con el otro, captarlo en su más secreta desnudez. El retrato descubre, delata, manifiesta, exhibe, nos enseña un secreto. Todo retrato es una confidencia”. (p.11)
Todos los ensayos juegan con esta estructura de apertura y esa apertura ya nos orienta, nos dice por dónde va a ir, el camino que se propone recorrer, siempre desnudando, revelando, mostrando eso que para ella se oculta, se obtura, se hace a un lado, se esconde. Yunuén escribe como para sí, en una suerte de confesión que nos quiere asombrar porque ese es el legado de sus propia escritura, el asombro, la maravilla, como decía Platón en el Teeteto.
Tengo que confesar que el texto me conmocionó, me movió a risa, a ternura, a recuerdos inusitados, a otro tiempo y a mi tiempo, a el nuestro donde lo pornográfico es como el santo y seña de un mundo que pertenece a otra episteme, a un orden distinto y señala o apunta hacia otra escala de valores, de concepciones de la vida, como si supiera que ha descubierto el hilo que nos conduce a esa otra mirada que es la que está conformando el mundo que ahora se desarrolla. Nunca como hoy la pornografía ha pasado a ser parte de nuestras vidas, nadie se oculta ya para mirar en la noche y a la luz de una lámpara sorda las fotografías de una vieja revista que sólo se conseguía después de mucho trabajo. Con un click toda la pornografía se nos revela, se nos da, es nuestra o nosotros somos de ella. Todas las clasificaciones, todas las posiciones, todo ese baturrillo de mentiras y de hipóstasis frente a la realidad que se nos niega. Por ello quizá sea el retrato, la selfie, que miente y que revela nuestras limitaciones y nuestros deseos más íntimos extraviados en las líneas de fuga que se crean en la pornografía: “La intimidad de una recámara, un teléfono celular conectado a alguna red social y una persona dispuesta a generar un afrodisíaco visual, son todo lo necesario para poner en marcha este sistema contemporáneo de autoexpresión: ser cada vez más sensual, ser cada vez más visto, ser deseado, flotar en el universo virtual tan sólo como imagen, irrepetible y eterno, recuerdo del instante: vanitas”. (p. 80)
Las observaciones que anteceden o que abren cada uno de los ensayos son el vivo extracto de una condensada percepción de la realidad, una fina mirada a los objetos del placer o a la construcción de esos objetos que obligatoriamente suponemos que nos darán placer.
Cuando empecé a leer estos ensayos, mi asombro era enorme, la calidad y cantidad de la información reunida era abrumadora, porque tuve que acompañar mi lectura con la computadora y en el navegador poner nombres, situaciones, actos, fechas, movimientos, recuerdos que me fueron revelando una estructura de pensamiento como una cazadora de fantasmas, de los fantasmas actuales de la sensualidad o como dice la escritora: “sexualidad 2.0”, con maravillosa ironía. Pero igual la bibliografía, amplia, sesudamente escogida, nada en fuga, nada fuera de su lugar, como una gran arquitectura que se desplaza a la manera de los espacios ganados a la filosofía y no a la física. Tengo que decirlo. Este libro me asombró. Buen regalo para empezar el año.