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04/02/2015Just Art / Arte Justamente | Texto de Rocío Cárdenas Pacheco sobre el SITAC XII Just Art / Arte Justamente
“Sesenta segundos no son suficientes.
Ni cuatro meses y seis días.”
¿Qué es justo y qué no lo es? esta pregunta adquiere una connotación dolorosa en nuestro país. Debido a que la justicia cada vez se vuelve más utópica, lejana e insostenible. El luto irresuelto es el sentimiento que invade mis reflexiones en torno a esta doceava edición de la SITAC. Las relaciones existentes entre la vida, el arte y la justicia, conformaron las propuestas contenidas en las conferencias magistrales, los proyectos artísticos, los paneles y los estudios o talleres.
El SITAC XII dio por iniciados sus trabajos solicitando a los asistentes un minuto de silencio en concordancia con la pieza en video Moments of Silence (Momentos de Silencio) de los artistas suecos Lars Bergstom y Mats Bigerts. Esta obra audiovisual nos mostró en primer lugar la figura del presidente Obama y su esposa quienes en un acto solemne recordaron a las victimas del 11 de septiembre del 2001, además de otras ceremonias y acciones documentadas en diferentes partes del mundo.
Memoria presente que reclama actos de justicia que denuncien, restituyan o castiguen la desaparición de los normalistas en Guerrero o el asesinato de los jóvenes negros en Estados Unidos. Estos acontecimientos dolorosos generan un prólogo entre el arte contemporáneo y la justicia desde dos circunstancias claves: la controversia y la contradicción.
Controversia debido a que hay tensiones evidentes entre las victimas, sus familiares, sus deudos y discrepancias de opiniones entre las partes activas que provocaron ese acontecimiento: el estado, el poder policiaco, terroristas, etcétera. Contradicción existente como principio entre los dos conceptos que dieron lugar a este Simposio: arte y justicia. Entonces será una contradicción decir que el arte contemporáneo persigue la justicia como modus operandi de una situación determinada. Tomando en cuenta que el arte contemporáneo se mueve dentro de un sistema regido por especulaciones económicas, intereses institucionales, y corporativos. La pregunta obligada aquí sería, si el arte contemporáneo no obedece al concepto de justicia ¿cómo puede colaborar a generarla fuera de su ámbito de acción?.
Por estas razones considero que el esfuerzo realizado en la organización y puesta en marcha de la SITAC XII fue muy interesante. Especialmente debido a que muchos de estos procesos y practicas artísticas requieren continuidad y seguimiento a largo plazo. Sin embargo la debilidad más importante del SITAC XII fue su falta de profundidad en los temas tratados. Además de beneficiar un posicionamiento que parte de un activismo -casi obligatorio- en las practicas artísticas manifiestas durante los tres días de simposio. Otra situación que me pareció muy forzada fue la presencia de personajes e invitados ajenos al medio del arte contemporáneo, quienes no estaban realizando trabajo o colaboraciones directas con los artistas o teóricos que se presentaban. Cabe aclarar que no estoy en contra de que se trabaje en colaboración o cercanía con científicos, abogados o periodistas. Lo que cuestiono en el fondo es que la presencia de los artistas, curadores o académicos del arte contemporáneo y los agentes externos no llegó a consolidarse a través de diálogos interdisciplinarios. Lo cual me hace preguntarme si nuestro papel en el mundo es conformarnos con ser protagonistas de nuestro pequeño espacio de referencia, engrandeciendo nuestro trabajo o dándole importancia al manifestarnos preocupados por la justicia educativa, alimentaria o de género.
Bajo la premisa de lo que se vio en la SITAC XII me quedo con una serie de dudas que considero importante relatar y hacer notar. La primera es la confusión y la especulación teórica que imperó en muchos de los asuntos mencionados o analizados. La otra gran incógnita es la forma en que de manera reiterada se hablo del papel del artista como pilar entre la sociedad y las victimas de la injusticia (educativa, alimentaria o de genero). Manifestando esta serie de relaciones como “naturales” al arte contemporáneo. Tal parece que el papel del artista es sostener su lugar en la sociedad a partir de estos supuestos entornos de denuncia y de solidaridad.
Ante todo esto considero urgente dejar de operar (o proponer teoría) desde momentos comparativos irregulares y poco específicos. En este caso entre el arte y la justicia, debido a que ninguno de los dos conceptos operan en el mismo ámbito. Creo que tendríamos que empezar por el principio y diferenciar el intervalo, la acción y la práctica en que acontece la propuesta o proyecto artístico.
Manteniendo la distancia; justamente para no perder la mirada critica sobre el arte contemporáneo. Para posicionarnos en función de nuestra operatividad dentro del sistema. Diferir desde adentro. Expresarnos desde nuestro lugar, me parece que es una manera más clara de buscar disenso cotidiano partiendo de nuestro ámbito de influencia. Acción y proyección activa desde el arte. Manifestando nuestra pertenencia al ámbito del arte, de la institución cultural o educativa en determinados casos; tanto como curadores, críticos, artistas, gestores, etcétera. Situándonos desde una noción critica de nuestros limites y de nuestros privilegios como artistas o integrantes del mundo del arte contemporáneo.
En resumen volver manifiesta la diferenciación del campo del arte y sus practicas como formas de no ser y de ser. Separando los campos, distinguiéndolos y reconceptualizando ciertos términos que nos permitan reclamar con voz propia los procesos políticos que la sensibilidad del arte puede sostener. Sin caer en acartonamientos de un “arte que debe estar comprometido” con la justicia.
El arte contemporáneo no podrá parar las masacres o detener el avance de agroquímicos en la sierra de Chihuahua. Lo que considero que el arte sí puede hacer es posicionarse desde el régimen de lo visible, entablando un diálogo desde sus prácticas artísticas. Desde ahí es desde donde podemos aportar y construir teoría que busque reconocer un saber propio al arte contemporáneo.