LA CIENCIA Y EL OCIO, exposición de Miguel Rodríguez Sepúlveda en Centro de las Artes | Parque Fundidora
16/07/2013Parábola de Gide. Mauricio Esquivel: otro monedero falso
17/07/2013Camilo Bueno: Algunas operaciones a la intemperie en la Ciudad de México
(…) Y el pavimento dulce lesión se volvió / y la loca calle le reclama./ La hazaña fue contada por un serafín / pero la cantidad exacta, nadie sabe nada, / es más, ni creo que sea verdad.
Santa Sabina, Gasto de saliva
Desde la instalación La historia de los objetos (2011) Camilo Bueno se había interesado en la materia en desuso como un indicador de la identidad urbana, una evidencia capaz de anclar los límites de ciertas experiencias sociales que al final de cuentas son experiencias espaciales. Sin embargo, el joven artista resolvió constreñir el desplazamiento geográfico en un dispositivo tipológico: una cajonera donde residían 1,000 reproducciones fotográficas de los objetos coleccionados en la Localidad Cuarta de Bogotá.
Si bien La historia… se ofrece cual reservorio de la memoria colectiva, la pieza final está confeccionada para su posible asimilación institucional, lo cual deja en una posición suplementaria el deseo por establecer a través del proyecto un vínculo con los habitantes y transeúntes de la ciudad colombiana. Pero el interés de Camilo por integrar el espacio urbano en el ámbito de la representación continuó, sólo que ahora la preeminencia del registro documental ha sido desplazada por una deliberada manipulación de la imagen, síntesis de la experiencia de sitio. Realizado en la megalópolis mexicana, Recorridos apremiantes de un viaje al exterior (2012) se opone a la pulsión tipológica que nuestras naciones heredaron de la fiebre positivista establecida durante la colonización industrial ocurrida en la fase tardía de la modernidad occidental.
Esta resistencia parte de dos elecciones cruciales: el desconocimiento de la Ciudad de México y la decisión de yuxtaponer las representaciones de áreas urbanas distintas al omitir la localización del registro. Como ha sucedido con muchos visitantes extranjeros, el artista fue seducido por las ocupaciones del espacio público a cargo de los comerciantes “informales”, miembros del ambulantaje, amplio sector productivo desde el cual se posterga el colapso de los sistemas económicos locales y, a últimas fechas, del resto de la economía mundial.
El despliegue y repliegue cotidianos sobre el asfalto y las banquetas requiere del concurso de elementos arquitectónicos para el diseño y funcionalidad de las estructuras de trabajo; de la ingeniería para el abastecimiento energético; del diseño para la producción de señalética e incluso de una cierta “identidad de marca”; así como de la negociación política que permite hacer de la propiedad pública terreno para el usufructo asimétrico del sobreviviente urbano y de las autoridades que administran el espacio local.
Todos estos componentes los ha sintetizado el artista en unidades visuales a partir de las cuales ha realizado una operación que produce de nueva cuenta tanto desplazamiento del espacio como una serie modulaciones de sitio. Tras el obsesivo registro fotográfico de estas interferencias en la urbe se ha procedido a vaciar la materialidad de la imagen. Esta alteración vincula el gesto escultórico, mediante una sustracción, con la fotografía. Es la disminución evidente, la ausencia visual, la que señala el impacto de esas plataformas de ocupación de la vía pública en la ciudad.
Pero también se han documentado accidentes de la superficie, despojos, labores inconclusas, huellas de presencias, acaso ruinas. Camilo Bueno ha concedido igual importancia a la construcción improvisada como al objeto degradado, expuesto a la intemperie. Proyectos de largo aliento como Contranatura (2011) revelan una estrecha vinculación entre los procesos de cambio a través del tiempo y las modificaciones permanentes sobre un cuerpo expuesto. De nueva cuenta la escultura se ofrece como la principal estrategia para recuperar la materia cotidiana e involucrarla de manera evidente en un proceso artístico.
Recorridos apremiantes…concluyó devolviendo al espacio público aquello que sustrajo aunque de otra manera. Dos imágenes alteradas, fruto de las exploraciones en rumbos distintos del Distrito Federal, fueron distribuidas en distintos hogares a través de postales en edición de 1,000 cada una. En el reverso de cada una se incluye una dirección de correo electrónico para devolver al artista un comentario sobre la imagen entregada. Esta invitación posterga la conclusión de la obra, cediendo la responsabilidad al receptor de la postal, a la vez que permite la sutil inserción de la trama urbana chilanga en la trama urbana de Bogotá, donde reside Camilo Bueno.
En Tlahuac (2012) el artista realizó un pliegue territorial inscribiendo un espacio deslocalizado fotográficamente, tomado del propio Distrito Federal, en el suelo del bosque de Tlahuac, terreno recuperado para la reforestación de la zona Oriente del Valle del México tras la desecación del Lago de Texcoco. La postal ahora es el vehículo para desarrollar una invasión de la materia remanente, en este caso troncos seccionados y alguna sección de suelo del bosque, con la intención de observar su degradación y su posible integración al paisaje.
Si bien no le fue posible a Camilo Bueno observar la totalidad del proceso, un indicador de integración fue documentado: las huellas de los vehículos de carga que regularmente se desplazan por la zona sobre una cama de esas impresiones dispuesta en la tierra.
Homenaje a Francis Alÿs (2012) es más que un tributo personal. El pasado 1º de diciembre se realizó la ceremonia oficial de cambio de mando en la presidencia de la República Mexicana en la sede de la Cámara de Diputados (Ciudad de México). Desde la mañana y hasta bien entrada la tarde un grupo de ciudadanos inconformes con los resultados del último proceso electoral se manifestaron contra el acto oficial, confrontándose abiertamente con las fuerzas policiales y el ejército mexicano. Ese día varias organizaciones civiles habían planeado ocupar la vía pública de manera pacífica y dar a conocer sus problemáticas a la población del Distrito Federal, sin intermediarios, además de respaldar la inconformidad de los distintos sectores convocados a protestar.
Uno de esos colectivos fue la iniciativa Bordando por la Paz, surgida en el estado de Nuevo León hace más de un año para impedir el olvido y homogeneización de las víctimas de la desaparición por acción del crimen organizado, los abusos de las fuerzas del orden local y federal, además de erigirse como un memorial portátil e íntimo construido en memoria de las víctimas de la violencia corporativa en el territorio mexicano. La iniciativa se ha expandido por todos los estado del Norte de la República y ha logrado que otras iniciativas similares en la zona Centro del país contribuyan a esta red de memoria y reclamo de justicia.
Camilo Bueno aprovecho esta oportunidad y se adhirió a la iniciativa con un bordado propio. Sólo que en lugar de elegir el nombre de una víctima él escogió el título de una exhibición retrospectiva del artista belga avecindado en México: Una historia de decepción. El bordado, iniciado el 1º de diciembre y concluido antes del regreso del artista a Colombia, se suma a esta práctica de resistencia simbólica. Este Homenaje es para mí un contrapunto a la experiencia reciente de la vida política de esta nación, un gesto sencillo pero contundente, un recordatorio de nuestras deudas hacia la democracia en la cual insistimos vivir. Un señalamiento que comienza y termina en el mismo centro de México.
Irving Domínguez, febrero – marzo del 2013, Ciudad de México – Pachuca.
Andrés Camilo Bueno Mora fue beneficiario de la 1ª residencia Taller Multinacional (México) – IDARTES(Bogotá) y realizó una estancia de seis semanas en la Ciudad de México durante la segunda mitad del 2012.