ARGENTINA: ARTE, PROTESTA E IMAGINACIÓN EN GUADALAJARA | Por Yunuén E. Díaz

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19/01/2015
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24/01/2015
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ARGENTINA: ARTE, PROTESTA E IMAGINACIÓN EN GUADALAJARA | Por Yunuén E. Díaz

Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha
y mi dicha, al mismo tiempo, fue el no aceptar
las cosas como me eran dadas.
Julio Cortázar

Julio Cortázar, Liliana Porter, Máximo González, León Ferrari, Antonio Berni y los más grandes artistas de Argentina, han hecho enfebrecer a la ciudad de Guadalajara con sus obras contundentes y críticas. Se trata de cuatro exposiciones que con motivo de la invitación a Argentina para la Feria del Libro de Guadalajara 2014, se han traído a esta región para engalanar al programa literario. Obras que con su ingenio estético han puesto a palpitar los museos de arte más emblemáticos de la región: MAZ, Instituto Cabañas y MUSA.

En el Instituto Cabañas encontramos la muestra más grande y representativa. La exposición “La Protesta: Arte y política en la Argentina” reúne a más de veinte artistas y colectivos que han trabajado la estética como un medio de oposición ante la brutalidad del mundo. Esta exposición realiza un recorrido por el arte contestatario que ha acompañado las crisis y revoluciones de Argentina a lo largo de siglo y medio: desde la propaganda antifascista en los años 30 y 40 del siglo XX, el espíritu revolucionario de los años 60 y 70, la resistencia a la dictadura, la denuncia del genocidio, hasta la crisis económica argentina del año 2001. Resalta la serie de Antonio Berni sobre la vida de Ramona, una mujer que después de dedicarse a la costura debe volverse a la prostitución para poder sobrevivir a las crisis económicas; magistralmente realizada con xilografías y collage, sus relieves logran envolver al espectador en el asombro al descubrir la impronta de objetos cotidianos como manteles, botones y telas, para componer rostros, vestidos y escenarios; una alusión a la vida cotidiana de los argentinos que se hace patente a través de los materiales con que realiza la matriz, pero sobre todo a través de los temas abordados en las piezas. León Ferrari también nos quita el aliento con su icónica obra La civilización occidental y cristiana (1965), una pieza de dos metros de alto en la que un bombardero norteamericano lleva un Cristo crucificado en sus alas, por supuesto, el momento de su realización es importante, enmarcado en la guerra de Vietnam, nos da una multitud de lecturas críticas sobre nuestra civilización y el uso indiscriminado del poder y la violencia del primer mundo, así como las alianzas de este con la ideología religiosa.

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Otras obras memorables incluyen la pieza de Roberto Jacoby con su Antiafiche (1969-2011), en este, debajo de la foto del Ché Guevara nos encontramos con la leyenda: “un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared”, obvia alusión al uso superfluo de la imagen del Ché que se ha popularizado y banalizado en nuestra actualidad; el largometraje La hora de los hornos de Fernando Ezequiel Solanas, también da cuenta de la turbulencia emancipadora de ese periodo. Es igualmente interesante el cuaderno de litografías para llevar de Noemí Escandell, Y otra mano se tienda de la serie “Handing Works-from hand to hand” (1968-2014), en la que compara una imagen de la histórica pintura de Rembrandt “Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp” con la fotografía que circuló ampliamente en los medios, del cuerpo muerto del Ché Guevara rodeado por militares bolivianos, donde se le ve vulnerable, como un cristo expuesto sobre una mesa de exploración: un mártir revolucionario que ha caído ante el poder; sí en Rembrandt el Dr. Tulp se eleva como figura del conocimiento y del poder triunfante sobre la muerte, en la fotografía, un coronel perpetra el cuerpo del Ché para demostrar que se trata de un hombre y, como tal, ha muerto. Una fotografía muy simbólica que lejos de provocar miedo y desanimo ante la causa emancipadora, como lo esperaba la derecha al hacer circular esta imagen, provocó la indignación y promovió aún más la iconización del Ché como figura del compromiso con los ideales revolucionarios. Por supuesto el Siluetazo, Tucuman Arde y el trabajo de colectivos callejeros no podía dejar de estar presente en esta magna muestra. Una exposición que viene muy a colación con los problemas que actualmente enfrentamos en nuestro país. Frente a aquellos que piensan que la protesta ha perdido su poder, que no logra cambiar nada, esta exhibición hace patente el poder del desacuerdo y la necesidad de confrontarse con los problemas de la época, como comentan el texto de la muestra, esta exposición es: “un homenaje a aquellos luchadores que sostuvieron ideales y acciones en pos de un mundo más libre y justo”.

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En el mismo recinto, POGO, la exposición de Máximo González, nos envuelve en un ambiente lúdico y critico a un mismo tiempo, por un lado, Cielo de América, es una pequeña casa de asbesto en cuyo techo millones de agujeros hacen las veces de estrellas: sencilla y poética, nos recuerda que a pesar de la belleza que nos da ese paisaje, este tipo de construcciones son un ambiente cotidiano para familias que habitan en los márgenes de las urbes donde prima la pobreza. Su obra Sala de espera, (bancos de pobres intervenidos para ricos, 2004) se compone de una serie de pequeños bancos de madera encapsulados en capelos de plástico que nos recuerdan las insalvables divisiones económicas entre ricos y pobres, división que se hace cada vez más grande debido a la políticas económicas que sólo favorecen a un sector reducido de la población, la obra juega con la idea de un imaginario cultural común: el banco transportable, que sin embargo, nunca se corresponde, pues aunque los acaudalados simulen sentarse en una silla pobre, esta nunca será la misma que la de los privilegiados: excepciones, dispensas, corrupción, nepotismo, son algunos de los problemas que la obra materializa. En Dream, más de 5 mil billetes han sido recortados para dibujar en la pared un paisaje que parece emular la historia de los hombres culminando en una guerra por los recursos naturales.

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Al salir al patio, nos encontramos con una instalación avasallante, 7 mil globos terráqueos que representan los 7 millones de habitantes del mundo, irrumpen el paso, Camino entre mundos es el nombre de la pieza y hace alusión a la geopolítica, a la localización del poder en ciertas zonas del mundo y a las constantes luchas por los territorios. The Magnificent Warning monument, nos interviene el paso en la sala contigua donde todo tipo de objetos de plástico en color rojo, se han convertido en lámparas que nos advierten de un peligro inminente: el plástico, como símbolo de la vida contemporánea, como loa a la modernidad, pero también como advertencia ecológica, increpa al espectador que debe hallar camino entre cubetas, botes y cacharros iluminados.

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Bosque de la silla de árbol, evoca nuevamente una atmósfera poética, una serie de sillas parecen disentir en su uso y querer regresar a su origen arbóreo, frente a su función, parecen hacer patente su origen orgánico, la violencia del hombre que convierte a la naturaleza en algo utilitario es abordada por la obra, las sillas que quieren ser árboles, son una reminiscencia para nosotros de nuestro lugar frente a la naturaleza, una pregunta que nos acerca a una visión contemporánea sobre la ecoestética. Finalmente Herencia, se integra por más de dos mil platos donados por el público, en ella observamos la búsqueda por resaltar la sociabilidad de estos objetos, los platos que en ocasiones pasan de una generación a otra hablan de una cultura, de un legado, también en su materialidad hacen manifiesto el cambio de valores, tecnologías, costumbres de familias; son de algún modo, un retrato de nuestra sociedad en un ámbito tan privado como lo es la comunión en la mesa familiar.

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Otra exposición que se integra a esta muestra de arte argentino es El hombre con el hacha y otras situaciones breves, de Liliana Porter, muestra que se presenta en el Museo de Arte de Zapopan (MAZ). Esta artista continúa explorando su estética de micromundos para redimensionar el papel que ocupa el hombre frente a él. A la manera de los románticos, Liliana Porter coloca a sus diminutos personajes en entornos que los consumen, esta instalación cuenta con varios momentos: una mujer teje un manto que poco a poco se convierte en una montaña; esta obra muestra como a partir de pequeñas acciones se pueden construir mundos, además de hacer un guiño al tejido y al papel de la mujer en la construcción de la sociedad contemporánea. Sin embargo, junto a esta pequeña circunstancia, aparece la pieza que da nombra a la exhibición: el hombre con el hacha. Un diminuto personaje lleva un hacha con la que ha destruido todo su entorno, se divisan a lo lejos un piano de tamaño natural hecho trizas además de diversos objetos que también están en estado de devastación: ese caos, ese lugar en ruinas, son una metáfora del presente. Nos muestra lo difícil que es dimensionar el resultado de nuestras acciones cotidianas, acciones que se nos aparecen como privadas e insignificantes, pero que no dejan de tener implicaciones sociales, recuerda también el efecto mariposa en el que un evento aparentemente imperceptible es capaz de provocar catástrofes. Le siguen otras piezas de carácter similar, sus micromundos cuestionan nuestro presente, el hacer piezas tan diminutas le da un carácter mucho más íntimo a la muestra: el espectador debe agacharse, mirar de cerca, adentrarse en la historia, nos lleva así a relatos que cuestionan nuestra obsesión por lo colosal, por construir objetos y espacios cada vez más voluminosos, el consumo y el desecho descomunal que priman en la sociedad contemporánea. Un video que conglomera pequeñas narraciones cierra la exhibición, la música y la imagen se acompañan para, a través de juguetes e imaginarios de la cultura popular, cuestionar nuestros valores más enraizados: un mambrú de cerámica “que se va a la guerra” regresa destruido, los juguetes se ven violentados por la gestualidad de Porter que les deshace, les reacomoda, le hace caer, para descubrir los signos y equívocos enraizados en nuestra cultura.

Otra de las excelentes muestras que hacen gala del arte argentino es la exposición realizada como homenaje a Julio Cortázar en el MUSA: Cortázar para armar. Una exposición imperdible para los admiradores de este autor, una de las figuras centrales del boom latinoamericano. Detalles sobre su vida, fragmentos de sus textos, fotografías, pinturas realizadas como homenaje a Rayuela (el texto culmen de este escritor), así como algunas instalaciones interactivas, hacen las delicias de los asistentes. La exposición ha hecho un gran esfuerzo por atraer a público de todas las edades, desde los amantes de las letras que pueden disfrutar de audios en voz del autor, hasta los más pequeños que pueden coleccionar las figuras armables dispuestas a lo largo de la exposición y que incluyen unas gafas para mirar con los ojos del escritor. En ocasión de los 100 años de su nacimiento, esta exposición es una lectura de la vida y obra del escritor que ha integrado de manera exitosa lo visual, lo plástico y la palabra para permitirnos experimentar el mundo cortazariano. El eje de la exposición ha sido el juego, pues el propio Cortázar encontraba en su quehacer literario un lugar predilecto para imaginar y construir mundos. Una exposición esencial para los amantes de la literatura y para aquellos que como Horacio Oliveira y la Maga, protagonistas de Rayuela, entienden la vida como un encuentro y desencuentro con lo imposible.

En este mismo recinto, la exposición “Objetística: diseño argentino contemporáneo” nos permite en sus 171 piezas, apreciar al diseño no sólo como una serie de objetos estéticos sino como la representación de una cultura que se materializa en la vida cotidiana. Un vistazo interesante a la creatividad puesta al servicio de la función y su desarrollo en nuestra época.

Estas exposiciones continuarán abiertas al público durante el mes de enero y son ampliamente recomendadas para el público en general, imperdibles para los amantes del arte y de absoluta necesidad para los artistas que comprenden el valor de la crítica y la imaginación para construir nuevos mundos que derrumben el presente.

Yunuén E. Díaz.

Imágenes cortesía de Yunuén E. Díaz y Víctor Mora

Yunuén Díaz
Yunuén Díaz
Escritora, crítica de arte y académica. Ganadora del Premio de Literatura Joven “Delfina Careaga” 2014. Becaria del programa “Jóvenes creadores: Letras. Crítica de arte” FOCAEM 2013. Ha colaborado en revistas diversas de arte y literatura con reseñas, crítica y poesía. En 2010 fue invitada por el Instituto Nacional de Bellas Artes para presentarse dentro del ciclo “Nuevas voces de la literatura mexicana”. Participó en 2010 en la serie Arte-shock de TV UNAM. Ha publicado los libros de poesía: Vértigo y fruto (2008) Aromarena(2009) y el libro de ensayos La Feria de la Carne, itinerarios subversivos del cuerpo en el arte contemporáneo (2012). Es Doctorante en Arte, Imagen, Cultura y Sociedad en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, donde también colabora como docente.

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