REFLEXIONES EN TORNO A LAS RELACIONES ENTRE ARTE Y CIENCIA. UN TEXTO DE VICTORIA NARRO
09/11/2015RETRATOS HABLADOS de Laura Muñoz en Ex Teresa Arte Actual: Noviembre 18, 2015, 7:30 PM. Unico día.
11/11/2015ANTIELOGIO DEL PERIODISMO CULTURAL. GUADALUPE LUNA ESCRIBE CONTRA EL PERIODISMO CULTURAL MAL HECHO
Cuando se anunció que la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015 era la bielorrusa Svetlana Alexievich, el bullicio en redes sociales tomó varios caminos. Por un lado, los periodistas celebraban que la ganadora fuera uno de ellos y que con esto se reconociera el valor de su trabajo. Por otro, los no periodistas avivaron el debate sobre si el periodismo podría ser considerado literatura, o si son cosas distintas con características propias. Un grupo más centró su discusión en detrimento del periodismo, considerándolo menos que la literatura. Este último punto, que se enfoca en discernir si uno es mejor que el otro, es desde mi punto de vista un debate estéril. Sin embargo, aunque muchas de las grandes plumas han transitado por ambos caminos, el periodismo y la literatura siguen mostrándose como antagonistas ante una buena parte de la opinión pública. Y aunque en todos los bandos siempre existirán farsantes, el desprestigio de los periodistas se eleva más que el de los escritores.
Habría que asumir la crítica que se hace al oficio y desde mi campo de batalla asumiré la que se enfoca en el periodismo, específicamente el cultural. Por supuesto no me refiero a los profesionales que se toman en serio su labor y se preocupan por investigar, comprender, entrevistar y redactar correctamente; por ellos hablará la pulcritud de sus textos. Los cuestionamientos van dirigidos hacia los practicantes del periodismo cultural malhecho, quienes a todas luces no se familiarizan con las obras de los artistas antes de abordarlos o ni siquiera hacen una búsqueda rápida de sus trayectorias en internet camino a una entrevista. La ignorancia es el tío borracho que no se queda callado en las fiestas y se delata en forma de preguntas prescindibles y latosas en las ruedas de prensa: “¿Cuándo naciste?” “¿De dónde eres?” “¿Qué se siente estar en México?”. En las ferias del libro, son contados los periodistas que han leído alguno de los libros de los ponentes antes de acercarse con celulares o grabadoras. En los festivales de cine, abundan los que van buscando fotos del “talento”, refiriéndose así a actores y actrices de nombres famosos, pero desconocen a guionistas, directores, jurado, programación y otros integrantes de la industria. Son cazadores de galletas, café, vino barato, mezcal y quesos, más que cazadores de notas, artículos o reportajes de calidad. Una de las condiciones inherentes al periodismo contemporáneo es la inmediatez. Esta característica nos ha regalado grandes joyas de la prensa escatológica: textos en los que se confunden autores, cambian apellidos, se mueven ríos a otras ciudades, adjudican obras a diferentes escritores, dan por ciertas citas que nunca se pronunciaron, anuncian conciertos que no están confirmados o matan a artistas que siguen vivos.
Las redacciones actuales, salvo quizá alguna excepción, son maquilas de textos. La idea de un artículo bien reporteado y redactado, con un feedback entre escritor y editor, es cada vez menos posible. La batalla hoy por hoy se da por ganar clics en los sitios web de periódicos y revistas para vender espacios publicitarios ya no en papel, sino en banners. Poco importa si la información aporta algo al lector; lo primordial es estar presentes, mencionar el evento, la noticia rápida y simplona, la reseña escueta, la declaración al aire del artista que garantiza más tráfico a la página. Esta concepción rapaz del periodismo convierte al redactor en otro obrero más de una fábrica que no busca personal generador de ideas, sino de caracteres. No es noticia que en fechas recientes el periodismo cultural mexicano ha perdido plataformas fuertes, ni que varios críticos de arte con un prestigio bien merecido han sido despedidos. Quedan pocos lugares para los textos serios.
Aun así, la voracidad de la inmediatez sólo puede ser pretexto para los flojos. Por más tirano y absorbente que sea el medio, la responsabilidad de redactar textos que pongan atención a las formas (ortografía, puntuación, gramática, ritmo, color), como al fondo (investigación, lectura, análisis, contexto), es en primer lugar del periodista. Y su compromiso es con el lector, al cual no le incumbe saber de la premura de los tiempos límites de entrega.
El periodismo tiene el deber y la oportunidad de informar y enriquecer el acervo cultural de su público. Ante un mar de publicaciones famélicas que carecen de comas y abundan en tildes donde no las hay, esta laguna puede verse como un área de oportunidad por conquistar, más que como una batalla perdida. Mejor aún: ganaremos más aprendiendo de la crítica y construyendo un mejor oficio, que lamiendo las heridas de nuestros egos mancillados cada que nuestra mediocridad queda expuesta a la luz.
Texto: Guadalupe Luna