Museo de Historia Natural, México
16 de julio, 2013.
Participantes:
Judy Radul, artista. Habló sobre sus ideas alrededor de las relaciones entre medios tecnológicos, la estética y el ámbito legal en su obra.
Thomas Keenan, Bard College.  sobre la noción de estética forense
Eyal Weizman, Goldsmiths, University of London. Sobre  Arquitectura forense
Moderadores: Magalí Arriola y Juan Gaitan.

Magalí Arreola y Juan Gaitán, curadores y moderadores,  explicaron al público asistente que esta mesa era una segunda actividad que complementaba  la presentación del catálogo de la exposición El cazador y fábrica. La primera fue un performance de Roman Ondak, una visita guiada a través de Ecatepec, que terminó en un picnic. La intensión de Ondak era la de recuperar en la memoria algunos lugares importantes para la historia de municipio, como el Centro Comunitario Casa de Morelos y al Puente del Arte y establecer un contexto y un relato en el que se interrelacione el espacio de la Fundación/Colección Jumex con su entorno: Ecatepec.  Con está misma intensión el catálogo incluye una pequeña novela corta escrita por Valeria Luiselli, creada a partir  de  un intercambio de correos con gente que trabaja en la fábrica.

La exposición El cazador y la fábrica, sostiene el principio de que el objeto artístico en su materialidad es un síntoma, es decir, que  puede ser leído críticamente a través de sus procesos de producción, y de la forma en la que se inserta de nuevo en los discursos artísticos y culturales. Y que descifrando su discurso es posible entender, repensar y problematizar las relaciones complejas entre la urbe y lo que se produce en ella. La forma en las que son habitadas, organizadas, administradas y vividas por sus habitantes. Y la manera en la que los espacios marcan ciertas relaciones e intercambios con sus ocupantes.

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La mesa se abrió con la charla de la artista Judy Radul, quién habló entre otras cosas de su proyecto dentro de la corte internacional de justicia en la Haya. En este proyecto cuestiona los mecanismos de la corte actual y pone en tela de juicio a las ciencias forenses describiéndolas como objetos (discursos) de persuasión.

Primero describió el espacio de la corte como un lugar sellado, en el que nada penetra, pero del que tampoco sale nada.  Los objetos y los testimonios que son presentados tienen que cumplir con un protocolo y son introducidos en la corte de una forma previamente determinada, lo que a su vez determina también su lectura.

El uso de videos y fotografías son la representación de aquello que sucede en el exterior, pero estos objetos son una construcción o en el mejor de los casos una selección que se acomoda a un discurso, a un guión. Para Radul la corte es un espacio teatral en el que los discursos están completamente establecidos y fijos desde el principio y cualquier intento por dar información fuera de la forma establecida, como por ejemplo un testimonio, es coartada, limitada y se exige al testigo que responda a preguntas específicas con respuestas cortas. De modo que se siga una espacie de guión preestablecido, así todo aquello que entra en estas salas cumple a su vez con la función de refrendar una imagen en la que la corte imparte justicia con gran rigor, sin embargo estas formas tan rígidas y controladas que marcan los términos en los que han de ser descritos los eventos es cuando menos sospechoso, pues como decía Judy Radul algo puede ser descrito a gran detalle y cada detalle puede ser descrito a su vez, y a un así hay un gran espacio entre la experiencia, la palabra y la realidad.

Pero no solo lo que entra en la corte es restringido, sino que también todo comunicado textual y visual de lo que sucede en una sala de la corte de la Haya, es grabada por la corte, que después edita y  distribuye el contenido de los juicios de mayor interés a las cadenas de información que la solicitan. Sin interlocutores que cuestionen y sin que la perspectiva de terceros se filtre en las formas y los contenidos, la idea de realidad y de justicia pueden verse muy afectadas.

Judy Radul ha hecho una gran investigación el rededor de los procesos de descripción, representación, verdad,  experiencia,  imagen y testimonio. Mucha de su obra tiene que ver con distintos aspectos de esta investigación, pero el caso de World Rehearsal Court, 2009[1],  somete a una revisión crítica cualquier idea de impartición de justicia, prueba científica e incluso de testimonio.

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La participación de Thomas  Keenan se centró en la explicación de la fotografía contra-forense, según lo propuesto y explicado por Allan Sekula.

Para poder ahondar en lo que se expuso en la mesa, es muy importante responder a la pregunta  ¿Qué es la estética forense? La palabra forense se deriva de la raíz latina forensis, que se refiere a algo que pertenece a un foro. Pero también al arte de la construcción de un discurso ante un foro usando objetos para persuadir a la audiencia, generalmente reunida para decidir sobre asuntos relacionados a lo político o lo legal[2].

El principio de lo forense describe dos tipos de relaciones que a su vez están ligadas; la primera es la interrelación de un objeto con un tiempo y un espacio determinados, y una segunda relación es la que se forma en torno al objeto, esta congregación es a la que llamamos foro. Lo forense se refiere a ambas cosas, la investigación a través de los objetos y la creación de foros. En el uso actual de lo forense estos foros no son solamente los de la corte o la ciencia, sino que se trata de espacios contingentes en los que se disemina y discute información histórica  de manera crítica hacia una reflexión sobre los objetos en el campo de la práctica artística y cultural.

La dimensión estética de las prácticas forenses se refiere a las formas de representación, frecuentemente teatrales a las que se somete a los objetos. Pero también a se refiere a toda la investigación alrededor de la construcción de narrativas dramatizadas y de imágenes retocadas con tecnologías digitales que transmiten cierta información por encima de otra. Sosteniendo como premisa que es posible construir o demoler una reputación y  la credibilidad sobre la probabilidad de que algo haya sucedido según lo narrado o no. Por lo tanto la estética forense contiene una gran carga de implicaciones políticas y éticas que impactan en lo socioeconómico, lo científico, lo ambiental, y lo cultural.

Desde principios del siglo XX tanto el arte como la teoría han cuestionado la relación entre representación y verdad,  es en ese sentido que la discusión sobre los objetos y las prácticas forenses entran al debate.  En el libro El cráneo de Mengele, Keenan y Weizman explican también que a partir de los años 80 después de los juicios a los oficiales nazis como el de Eichman en Jerusalén y la búsqueda de los restos de Mengele en Brasil se inaugura una nueva forma del discurso legal.  El cambio sucede al poner el énfasis en los restos materiales forenses en vez del testimonio humano. El discurso y las formas de la ciencia comienzan a permear terrenos que antes estaban reservados al discurso y la memoria. En esta transición los límites entre los sujetos y los objetos se han vuelto borrosos y es en esas fronteras de lo discursivo, que las imágenes manipuladas  malintencionadamente son el objeto que pretende ser la confirmación de una verdad.

La fotografía contraforense enfatiza la urgencia de exponer el mito de la fotografía como documento que refleja la verdad, o como un objeto que tiene un significado definitivo, pues igual que todo lo demás puede ser y será interpretada y alguien decidirá “lo que dice.” Pero de igual manera el hecho de que no haya un objeto o una fotografía que pruebe que algo sucedió, no significa que no haya sucedido. Los intentos por no dejar evidencias, por no producir huellas forenses son tácticas políticas, pero aún así es posible investigar ante la ausencia de algo o alguien, como en caso de los desaparecidos políticos en Argentina.

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La ponencia de Eyal Weizman apuntó a la visibilización de las estrategias del discurso negativo del estado y el uso de la imagen y el objeto forense. Presentó un proyecto de arquitectura forense[3] que trabaja en la recuperación del espacio arquitectónico y la memoria con las víctimas de invasiones recientes, sobrevivientes de misiles dirigidos disparados por drones en Irak y Gaza. A través de un programa de computadora los pocos sobrevivientes pueden recordar con todo detalle sus casas, un render recrea los espacios y a través de esa recuperación la memoria de la víctima se recupera también un testimonio y un objeto arquitectónico que desapareció.

Los edificios son sensores y agentes, son la materialización de las fuerzas económicas y políticas, de modo que también son aquello que les sucede y pueden ser leído en esos términos(como un reto, como un testigo, como el objeto presente). De la misma manera en la que puede calcularse el daño material por calor, tensión, carga o desgaste, los materiales registran otros síntomas; pueden ser también blancos de ataques violentos completamente externos a ellos. Y será entonces la ruina, lo que ya no está, lo que ya no existe, lo que de cuenta de lo que pasó.

Weizman explica que el argumento de los gobiernos americanos e israelitas es que mientras no exista una prueba de la utilización de los misiles los ataques pueden ser negados o desconocidos por sus responsables, y ya que estos responsables son también quienes detentan un poder económico y político indiscutible, son también quienes poseen la tecnología, para esquivar radares, cámaras e incluso burlar las imágenes que son captadas con satélites internacionales al usar armas que son más pequeñas que la resolución que puede obtenerse mediante el uso de la tecnología satelital.  De modo que la arquitectura forense y la fotografía contra-forense y toda la teoría que se produce a rededor de estos temas es necesaria e imprescindible para desenmascarar, para hacer evidente el discurso de la política. Para acabar con el secreto, dar voz a las víctimas, denunciar la violencia, aquella perpetrada, pero aún más la causada por la negación de la responsabilidad del perpetrador. Y reducir el espacio de acción que tienen los gobiernos para seguir cometiendo terribles crímenes de guerra.

Texto e imágenes redacción CÍRCULO A, 2013.

Más lecturas en línea:

Texto curatorial El cazador y la fábrica: http://www.lacoleccionjumex.org/exposiciones/52-the-last-tour-una-tarde-en-la-grande-jatte.html

Fragmento del libro El cráneo de Menguele, escrito por Thomas Keenan y Eyal Weisman: http://www.lacoleccionjumex.org/uploads/files/craneo_mengele3.pdf

Información sobre sitios de interés en Ecatepec: http://www.ecatepec.gob.mx/recorrido/interes.php

Entrevista a Juan Gaitán: http://www.norwegiancrafts.no/magazine/04-2012/revisiting-industrial-realities-within-a-museum-context

Fragmento: Ciudad de México: Activismo incidental y desvío de planificación espontánea, de Magalí Arreola http://www.parachute.ca/public/+100/104.htm#CIUDAD

Ensayo de Judy Radul sobre la corte internacional de justicia: http://www.eurozine.com/articles/2007-05-02-radul-en.html

Reseña sobre el libro de Judy Radul: http://rhizome.org/editorial/2011/nov/7/thousand-eyes-media-technology-law-and-aesthetics/

Proyecto de derechos humanos del Bard College dirigido por Thomas Keenan http://hrp.bard.edu/project/about/

Texto de Allan Sekula The body and the archive: http://chnm.gmu.edu/courses/magic/sekula.pdf

Página de arquitectura forense, proyecto dirigido por Eyal Weizman http://www.forensic-architecture.org/lexicon/forensic-aesthetics-eyal-weizman/

Bibliografía